Cuando hacia el año 2017 comenzaron a circular las primeras imágenes del remake realista de La Bella y la Bestia pudimos darnos cuenta de que la nueva versión de Josh Gad de LeFou había tornado hacia una apariencia más coqueta y, de alguna manera, más elegante en comparación con su correspondiente personaje en la versión animada. Muchos nos preguntamos si por fin el inseparable compañero de Gastón sería el primer personaje claramente gay y si mostraría de forma directa sus evidentes sentimientos románticos por el atractivo matón del pueblo.
En realidad, era algo que se daba por perdido por la desdeñable tendencia de la factoría Disney a ocultar este tipo de manifestaciones y enterrar este tipo de sentimientos bajo una densa capa de metáforas, en un subtexto recóndito. Sin embargo, Bill Condon, el director, al fin dijo lo impensable: Lefou de Gad era el primer personaje claramente gay de Disney. No obstante, también aprovechó para revelar la dramática historia gay que se escondía detrás de La Bella y la Bestia y que hasta hoy no había visto la luz para la mayoría de sus seguidores. ¿Sabías que la sexualidad de Lefou se narró de forma directa y visible a modo de homenaje a uno de los creadores del clásico de 1991?
“Fue suya la idea de convertirlo en un musical y, además, de hacer de Bestia uno de los dos personajes centrales. Antes de su propuesta, únicamente se había centrado la historia desde la perspectiva de Bella. Concretamente para él, era una metáfora del sida. Bestia estaba maldito, como él, y esta maldición había provocado un gran dolor en las personas que le amaban, y quizá había una remota posibilidad de que se obrase un milagro, una remota posibilidad de que se levantase el influjo de la maldición. Cuando trabajó en Bestia, en realidad estaba haciendo algo muy concreto”.
Ashman escribió la letra de las canciones mientras la agonía le mantenía recluido en su casa, a merced de una enfermera privada que había sido contratada por el responsable del estudio Disney, Jeffrey Katzenberg. Lamentablemente, Ashman murió antes de que la película llegase a estrenarse en cines. Quizá te diste cuenta de que en el cierre, junto a los títulos de crédito, el equipo rindió un pequeño homenaje al artista.
“La canción Kill the Beast fue como la oportunidad perfecta para que Ashman pudiese escribir sobre su enfermedad y sobre lo más terrible de ella: El inevitable ostracismo. Ese tema fue una metáfora de eso”, reveló Don Hahn, productor de La Bella y la Bestia.